Vidas robadas, sueños en marcha: Palabras de apertura

Palabras de apertura

Hoy, Julio de 2005, todos los sobrevivientes de la masacre de Cromañón nos volvemos a encontrar, esta vez unidos por una actividad diferente de las que habitualmente se conocen a través de los medios masivos de comunicación, aunque los motivos son siempre los mismos.

En esta lucha por Memoria, Verdad y Justicia, lucha inclaudicable a la que dedicamos una porción enorme de las fuerzas que tenemos –a veces pocas, a veces algo más- estamos inmersos, y qué difícil que resulta buscar Justicia en esta Argentina de democracia tardía. Porque ante el reclamo es imposible dejar de tener presente la historia de nuestro país, historia signada por el autoritarismo y los gobiernos de facto recurrentes, con una democracia que tiene ya sus años pero que ha sido, a través de los sucesivos gobiernos que supuestamente la han representado, en el mejor de los casos restringidas.



En el camino del no-olvido, porque creemos que la desmemoria construye injusticia e impunidad, recordamos que esta democracia es la que negocia impunidad con el poder, sea éste militar, político o económico. Ésta es la democracia que indultó a los genocidas de la última dictadura, la que nos dijo felices pascuas, la que nos somete bajo una deuda impagable e ilegítima, la que nos trajo hiperinflación y luego FMI y convertibilidad. La que votó leyes banelco y con diputados truchos. No perdamos nunca de vista que a esta democracia y a esta Argentina le costó más de treinta muertos –más de 30 ciudadanos muertos- y miles de presos por luchar, el lograr la renuncia de un presidente – que intentó imponer el Estado de sitio- en diciembre de 2001.

Hay quienes creen que las cosas están bien, o que ya no vale la pena involucrarse. Otros se han acostumbrado a la injusticia. Nos bombardean con informaciones cotidianas de pequeñas muertes –hambre, desocupación, violencia institucional, analfabetismo…- tan fuertemente que puede parecer cierta la frase de Inodoro Pereyra, el personaje de Fontanarrosa: si le preguntan còmo está, dice “mal, pero acostumbrao”. Es contra eso que ahora estamos peleando. No podemos vivir acostumbrándonos a que todo funcione mal, a que el Estado en vez de velar por sus ciudadanos se corrompa en todos y cada uno de sus diferentes estamentos: municipio, policía, justicia, etc.

Y si para muestra basta un botón, vaya un ejemplo: hace más de cuatro años que la Casa Rosada, es decir, la casa del presidente argentino, funciona con triple vallado. Les propongo que pensemos en el Congreso Nacional, sede del Poder Legislativo, y ni recordaremos cuánto tiempo que funciona vallado y con custodia policial permanente; los diputados y senadores no se animan a ingresar al recinto dando la cara a la gente. Si hoy vamos a la Municipalidad de Buenos Aires ocurre lo mismo, y si miramos –como ya lo hemos visto- el edificio de los Tribunales de la Nación, también están vallados. Estos vallados demuestran físicamente la enorme distancia, el tremendo divorcio que existe entre los mandatarios y sus mandantes (o sea, nosotros), entre los políticos y quienes les dieron el mandato. Esta enorme separación de los poderes fundantes del Estado y la gente a quienes gobierna no es causal, y sus consecuencias son funestas, una de ellas la noche fatal del 30 de diciembre. ¿Cómo es posible vivr acostumbrándose a esto?. Por eso, nada más peligroso que la costumbre, el quedarse adormilado.

A muchos de nosotros nos ha tocado en este reparto, que parece de un mazo con trampa, el rol de vernos a nosotros mismos sin los ojos de los que ya no nos miran. Hermanos preguntándose cómo se es hermano sin hermano. Padres preguntándose cómo se es padre o madre sin los hijos. Hijos preguntándose cómo se es hijo sin los padres. Novios, esposas, amigos, tantos, buscando reconocerse donde la ausencia ya no nos nombra. O justamente es la ausencia la que nos nombra.


Como nos dice Eduardo Galeano:
“Los hechos se burlan de los derechos. Retrato de América Latina al fin del milenio: esta es una región del mundo que niega a sus niños el derecho de ser niños. Los niños son los más presos entre todos los presos, en esta gran jaula donde se obliga a la gente a devorarse entre sí. El sistema de poder que no acepta más vínculo que el pánico mutuo, maltrata a los niños. (…) En estos tiempos de inestabilidad social, cuando se concentra la riqueza y la pobreza se difunde a ritmo implacable, ¿quién no siente que el piso cruje bajo los pies?”

Entre el piso abriéndose a nuestros pies y la urgencia de participar, reclamar, luchar, organizarse, están las cifras, los números:

·        Según la ONG Médicos del Mundo, en el 2002 morían de hambre en nuestro país 100 niños por día, y la cifra tiende a crecer
·        De los 37 millones de habitantes, 19 millones o sea más del 51% vive por debajo de la línea de pobreza.
·        Casi 7 millones de niños, niñas y adolescentes (menores de 18 años) son muy pobres
·        Alrededor del 40% de las víctimas del gatillo fácil en democracia son menores de edad
·        1.900.000 menores de 14 años trabajan a causa de la pobreza. Desde la segunda mitad de los  años 90 se duplicó el trabajo infantil
·        El 75% de los hospitales públicos del país está reesterilizando material desechable

Y podríamos seguir con más numeritos, iguales de impresionantes. Como también hablar de otro número: casi 200 muertos en una sola noche; mas de 4000 directamente afectados por el veneno, el humo y el horror en una sola noche. La inmensa mayoría,  personas muy jóvenes. ¿Dónde? en esa mala copia del infierno que fue Cromagnon.

El problema es que leer números, al mismo tiempo que impactante, puede ser anestesiante: es posible acostumbrarse a la cantidad. Es difícil imaginarse detrás de muchos números, la cara concreta del chico concreto que murió en una comisaría concreta por maltrato concreto de una persona concreta, de carne y hueso.

Esto no pretende diluir las culpas y responsabilidades reales de empresarios y polìticos socios del poder. Al contrario, queremos que estas caras que nos miran a todos, interpelen diariamente a aquellos que parecen dormir tranquilos, cargando sobre sus espaldas con tantas muertes.

Esta Muestra tiene que ver con esa lucha: la lucha por dar cara, gesto, recuerdo concreto, a los seres que ya no están. Que todos sepan los sueños truncados, que todos sepan también a las personas que, como sociedad, nos perdimos. Porque nuestros chicos no están aquí, y eso es ineludible; no hay más abrazos, besos, charlas. Pero sí están con nosotros, los llevamos siempre a todas partes, porque su sangre corre en nuestra sangre, sus sueños viven en nuestros sueños y su alegría está en nuestra sonrisa.

Ojalá nunca dejemos de sonreír esa alegría que como una semillita llevamos en nuestro interior.

Creemos que las palabras son importantes, y dejan huellas. Las imágenes también hablan. Hablan de un presente congelado ese 30 de diciembre por una lógica que privilegia el lucro antes que la vida.. De un futuro soñado: el viaje de egresados, la guitarra eléctrica, el fútbol con los amigos, la convivencia con el novio, el estudio… tantos otros sueños que no podrán realizarse, al menos no en quienes los pensaron.

Pero si es cierto como dice la canción, que  “durar no es estar vivo/vivir es otra cosa” , entonces nuestros pibes están más vivos, más presentes que quienes los asesinaron.

Nos movilizan y obligan a la lucha, el recuerdo, la no resignación, la exigencia de justicia.

Ya somos sobrevivientes. Qué persona del pueblo no lo es, en este país. Pero no queremos ser sobre-murientes. No queremos volver a morir cotidianamente. Queremos renacer dándonos fuerzas colectivamente para seguir la lucha. Queremos renacer inventando formas nuevas de recordar y de pelear la vida. Esto también intentará reflejar la muestra, en sucesivas ediciones: las Marchas, las reuniones, los Murales, las acciones en las calles y plazas, las canciones… Tenemos mucho por qué pelear, y no solamente por el recuerdo de nuestros pibes.

Y en esa lucha no estamos solos. Rodeados de gente hemos podido hacer lo poco o mucho que hicimos, y entre esos amigos que están tan adentro como nosotros es que encontramos eso que pedimos a todos: solidaridad, compromiso y perseverancia por Memoria, Verdad y Justicia.

Para finalizar, es vital agradecer a todos los papás, hermanos, parejas, etc, que en un enorme esfuerzo anímico pudieron elegir las fotos y armar los cartones.  Sin ellos nada hubiera sido posible. Y a quienes aún no pudieron, ojalá que este espacio les abra las puertas a la participación, y quieran y puedan unirse en el camino, pues como dijo otro poeta uruguayo, “con tu puedo y con mi quiero vamos juntos, compañero”.



Buenos Aires, Julio de 2005.